En Anatheóresis, comprender no es entender

Aceptémoslo de una vez por todas: no se trata de golpear, se trata de comprender.
Pero quede claro que comprender en Anatheóresis no es entender.

La palabra entender surge del mismo hemisferio cerebral izquierdo que nos impulsa a combatir.
Entender es un puro ejercicio mental exteriorizador, es un efecto pantalla, toda vez que no exige un cambio interno en el que entiende.
En tanto que comprender es entender de forma visceral, metabolizando lo entendido, sintiéndolo como algo encarnado en nosotros.

Entender es conocimiento, ciencia. Comprender es sabiduría.

En las antiguas culturas analógicas se le daba el nombre de Pontífice a quien hacía y se hacía puente.
A quien, por haberse hecho puente, había unido las dos orillas del río de la vida:
lo subjetivo y lo objetivo, el sentimiento y la reflexión, lo invisible y lo visible, el espíritu y la materia, el cielo y la tierra y, en definitiva, el hemisferio cerebral derecho y el hemisferio cerebral izquierdo.

Y que, por haberse hecho puente él, hacía posible también que por él transitaran los demás de una orilla a otra.

Comprender, en definitiva, es saber –sabiéndolo con mente y con cuerpo–, siendo ya eso que se ha comprendido.
Y eso es liberación. Justo lo contrario de cuanto hace nuestra medicina convencional, que interpreta y combate o interpreta y crea murallas, según entienda.
Que crear murallas es también combatir. El púgil beta de nuestra cultura unas veces golpea y se faja, y otras se guarece tras los puños.

En Anatheóresis es fundamental comprender –no entender– qué es comprensión.
De ahí que preconice que todo anatheorólogo debe haberse sometido antes a una terapia anatheorética.
Sólo así puede llegar a la clara, profunda y vital comprensión de esta palabra.